Transformaciones históricas y modelos híbridos

La vivienda tradicional maya ha evolucionado integrando materiales modernos sin perder su lógica espacial ni su profundidad simbólica. Estas formas híbridas expresan la resiliencia cultural del pueblo maya, combinando estrategias constructivas ancestrales con adaptaciones contemporáneas.

Benjamín Rojas

8/8/20253 min read

La vivienda tradicional maya ha experimentado un proceso constante de adaptación y transformación a lo largo del tiempo. Aunque conserva principios fundamentales de su cosmovisión y estructura espacial, también ha incorporado elementos externos como resultado del contacto colonial, las políticas de modernización, los flujos migratorios y los cambios en las condiciones económicas, sociales y ambientales.

Román y Pinzón (2012) documentan cómo, desde el periodo colonial hasta el siglo XX, la vivienda maya fue modificando ciertos aspectos formales y materiales sin perder su lógica funcional ni su significado simbólico. Por ejemplo, se introdujeron elementos como techos de lámina en sustitución del guano, el uso de bloques de concreto o ladrillos en lugar de muros de bajareque, y pisos de cemento en reemplazo del sascab. Estas transformaciones fueron inicialmente impulsadas por discursos institucionales que asociaban lo tradicional con el atraso y promovían modelos urbanos estandarizados.

Sin embargo, estas modificaciones no implicaron necesariamente una ruptura cultural. Como señalan Sánchez Suárez (2022) y la UADY (2015), las comunidades han sido activas en la resignificación de estos elementos. En muchos casos, las viviendas presentan formas híbridas donde conviven un cuarto de block con techo de concreto junto a un pabellón de bajareque y techo de palma, integrando estrategias climáticas tradicionales con materiales modernos que responden a necesidades prácticas o aspiraciones sociales.

Gilabert Sansalvador (2020) advierte que este fenómeno de hibridación debe entenderse no como una pérdida de autenticidad, sino como una manifestación de la resiliencia cultural y la capacidad adaptativa del pueblo maya. Las decisiones constructivas reflejan una negociación constante entre tradición e innovación, entre memoria e inmediatez, entre identidad y funcionalidad.

Los componentes volumétricos de estas construcciones resultan visualmente agradables, conformando elementos independientes que, desde ciertos ángulos, asemejan una base cilíndrica rematada por un cono. En la imagen general de la vivienda predomina la cubierta vegetal inclinado.

Si bien por el exterior, debido a la exposición a la intemperie, el techo de guano se va percudiendo y adquiere un tono pardo o negruzco, en el interior se conserva casi inalterable, manteniendo su aspecto original.

Cada uno de los elementos constructivos presenta rasgos bien definidos que se combinan armónicamente. Además de la forma predominante, destaca la riqueza de texturas que se repiten de manera constante: el trazo subrayado de las piedras irregulares en las albarradas, ya sean blancas al natural o encaladas tras perder su color.

Los colores vivos, obtenidos a partir de minerales y cal, no son comunes en las construcciones rurales, pero sí aparecen con mayor frecuencia en aquellas cercanas a los poblados, enriqueciendo así su expresión plástica.

Estas transformaciones también están condicionadas por factores externos como los programas de vivienda social, las regulaciones municipales, el acceso desigual a los materiales y el papel de las remesas en la construcción. Aun así, muchas comunidades defienden la pertinencia de mantener al menos un espacio construido con técnicas tradicionales, por sus cualidades térmicas, simbólicas y afectivas.

La noción de “modelo híbrido” permite entonces superar la dicotomía entre lo tradicional y lo moderno, reconociendo que la vivienda maya actual es el resultado de procesos históricos complejos, donde persisten estructuras profundas de sentido al mismo tiempo que se incorporan elementos contemporáneos. Este enfoque es clave para comprender la riqueza del hábitat maya y para diseñar políticas y proyectos que acompañen la continuidad cultural sin caer en la idealización ni en la imposición externa.

En síntesis, las transformaciones históricas de la vivienda maya no representan una ruptura con el pasado, sino una evolución culturalmente situada. Comprender esta dinámica es esencial para valorar el potencial de las formas vernáculas en la construcción de futuros habitables, inclusivos y con identidad.