Representación iconográfica en fachadas

En la arquitectura monumental maya, la representación de formas domésticas como techumbres, nudos y entramados reafirma visualmente el vínculo entre el poder y las raíces culturales del pueblo.

Benjamín Rojas

9/5/20252 min read

La arquitectura maya monumental se caracteriza por su escala y por la riqueza iconográfica que decora fachadas, frisos y molduras. Esta iconografía no es un mero ornamento: constituye un lenguaje visual que transmite mensajes políticos, cosmológicos y sociales. Uno de los motivos recurrentes en estos programas iconográficos es la representación estilizada de elementos tomados directamente de la vivienda indígena maya.

De acuerdo con Sánchez Suárez (2022), esta presencia de formas domésticas en la arquitectura de élite es una estrategia deliberada para reafirmar los vínculos entre el poder y la raíz cultural del pueblo. Representar la casa (sus techumbres, puertas, amarres o tejidos) es representar el mundo originario, la vida cotidiana, la continuidad de la comunidad.

Los templos, palacios y edificios públicos de ciudades como Uxmal, Labná, Sayil y Chichén Itzá exhiben fachadas decoradas con grecas que simulan entramados de bejuco, marcos que reproducen el perfil trapezoidal de las puertas de las casas tradicionales, y frisos que imitan las ataduras de palma o los nudos de soga empleados en la construcción.

Este recurso iconográfico transforma lo efímero en eterno: lo que en la casa es vegetal y transitorio (la palma, el barro, la cuerda) se convierte en piedra, en símbolo duradero del orden cósmico. Es una forma de fijar visualmente el origen, de inmortalizar en el centro ceremonial la sabiduría de los ancestros.

Sánchez Suárez interpreta estas representaciones como actos de traducción entre mundos: del hogar a la plaza, de lo cotidiano a lo sagrado, de lo orgánico a lo pétreo. En esta traducción, no se pierde el significado original, sino que se intensifica. La casa no desaparece en la ciudad, sino que se multiplica, se hace visible, se sacraliza.

Esta iconografía también cumple una función pedagógica: transmite a las generaciones futuras los códigos simbólicos del habitar maya. Cada piedra labrada se convierte en un texto arquitectónico que narra cómo debe organizarse el mundo, cómo debe orientarse la vida, cómo deben mantenerse los vínculos con la naturaleza, los antepasados y el universo.

La repetición de estos motivos en diferentes regiones del área maya sugiere la existencia de un código visual común, ampliamente comprendido por las poblaciones. La vivienda, en tanto forma conocida, opera como signo de pertenencia e identidad colectiva. Al reconocerla en las fachadas, los habitantes establecen un vínculo entre la arquitectura de poder y su experiencia cotidiana del espacio.

De este modo, la representación de la vivienda indígena maya en los edificios ceremoniales no es un capricho estético, sino una afirmación cultural. Como concluye Sánchez Suárez (2022), se trata de una “reverberación visual del habitar original”, que mantiene viva la memoria arquitectónica del pueblo maya a través de la piedra, la forma y el símbolo.