La vivienda como patrimonio biocultural y modelo de sustentabilidad
La vivienda tradicional maya es un modelo de sustentabilidad biocultural: construida con materiales locales renovables, diseñada para el confort climático y articulada con el paisaje, representa una alternativa ecológica y culturalmente arraigada frente a la crisis ambiental.
Benjamín Rojas
8/15/20253 min read


La vivienda tradicional maya constituye un modelo ejemplar de sustentabilidad biocultural, resultado de siglos de adaptación al entorno y de una cosmovisión que privilegia la armonía con la naturaleza. En el contexto de la actual crisis climática global, sus principios ecológicos, sociales y espirituales ofrecen una alternativa tangible y probada para repensar el habitar contemporáneo desde una lógica regenerativa y territorialmente situada.
Los materiales empleados (como la palma de guano, la madera dura local, el sascab y la piedra caliza) son biodegradables, de bajo impacto ambiental y permiten ciclos constructivos cerrados. Su uso responde a criterios de renovación sostenible, dado que las comunidades conocen los tiempos de regeneración de cada especie, los periodos adecuados de cosecha y los rituales necesarios para asegurar el equilibrio ecológico.
Sánchez Suárez (2022) y la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY, 2015) destacan que factores como la orientación de la vivienda, la ventilación cruzada, la protección solar mediante aleros y la integración directa con la vegetación circundante reducen significativamente la necesidad de sistemas artificiales de climatización, disminuyendo así el consumo energético. Además, el diseño del solar (en conexión con la milpa y el huerto familiar) favorece la soberanía alimentaria y permite una gestión local eficiente del agua de lluvia y de los residuos orgánicos.
La composición material de estas viviendas, basada en componentes predominantemente vegetales complementados con embarro, proporciona un aislamiento térmico natural. La cubierta a dos aguas, con inclinación pronunciada y amplios aleros, protege eficazmente contra la radiación solar y la lluvia, favoreciendo el confort interior.
Los muros, construidos de manera independiente a la techumbre, presentan formas curvas que responden a la planta elíptica de la vivienda. Esta geometría reduce la resistencia al viento y minimiza la exposición directa a los rayos solares. A pesar de contar con pocos vanos, el interior mantiene un ambiente térmicamente confortable gracias a la altura del espacio, la morfología constructiva y las propiedades de los materiales empleados, superando en eficiencia a otros sistemas constructivos de la región.
Estas características posicionan al hábitat maya como un referente en bioconstrucción, entendido como una práctica que articula ecología del diseño, participación comunitaria, saberes ancestrales y tecnologías apropiadas. Frente a la lógica extractivista y tecnocrática que domina la construcción moderna, la vivienda maya propone una arquitectura de bajo costo, bajo consumo energético, mínimo mantenimiento y alto valor cultural.
Gilabert Sansalvador (2020) señala que la resiliencia climática del hábitat maya se manifiesta en su capacidad para resistir eventos extremos, como huracanes, y en su flexibilidad para ser adaptado, reparado y reconstruido por la propia comunidad sin necesidad de depender de insumos externos. Este conocimiento autogestivo, que abarca técnicas constructivas, manejo del paisaje, organización social y prácticas rituales, debe ser preservado, documentado y potenciado como parte integral de las estrategias de adaptación frente al cambio climático.
Incorporar estos aprendizajes en programas de vivienda social, educación ambiental y planeación territorial permitiría el desarrollo de modelos habitacionales más inclusivos y resilientes, que integren tecnologías verdes junto con principios de justicia ambiental y continuidad cultural. En este sentido, la vivienda tradicional maya no representa una reliquia del pasado, sino una fuente viva de innovación ecológica y una expresión ética del habitar contemporáneo.
Cabe señalar que la mayoría de las localidades que preservan este patrón habitacional se encuentran tierra adentro, donde el riesgo de impacto directo por huracanes es relativamente bajo, aunque sí pueden verse afectadas por lluvias intensas asociadas a estos fenómenos climáticos.
UBICACIÓN
León - Cuernavaca - Mérida
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