Integración teórica y propuestas de aplicación actual
La vivienda tradicional maya representa un campo de saberes interdisciplinario donde arquitectura, ecología y cultura se entrelazan. Su estudio permite repensar el diseño, la educación y las políticas públicas desde una lógica de sostenibilidad, identidad y justicia territorial.
Benjamín Rojas
9/19/20252 min read


La riqueza del conocimiento en torno a la vivienda maya tradicional ha generado un campo de convergencia teórica donde confluyen disciplinas como la arquitectura, la antropología, la ecología, la pedagogía y los estudios culturales. Esta multidimensionalidad permite construir un enfoque integral del hábitat, que no se limita a su dimensión técnica, sino que lo concibe como una expresión profunda de identidad, sostenibilidad y espiritualidad.
Autores como Gilabert Sansalvador (2020) y Sánchez Suárez (2022) proponen una lectura del hábitat maya como sistema complejo, donde se articulan dinámicas ambientales, sociales y simbólicas. Esta perspectiva permite vincular los principios del diseño vernáculo con las teorías contemporáneas de la resiliencia, la arquitectura regenerativa, el urbanismo ecológico y la descolonización del habitar.
Desde la arquitectura, se rescatan conceptos como la morfología adaptativa, la eficiencia energética pasiva y la materialidad simbólica. Desde la antropología, se analizan las prácticas rituales, los significados del espacio y los procesos de transmisión cultural. Desde la ecología, se reconoce el papel de la vivienda en la regeneración del entorno, la gestión del agua, el ciclo de nutrientes y la relación con la biodiversidad.
En este cruce disciplinar, emergen propuestas concretas de aplicación. Por ejemplo, en el ámbito del diseño participativo, varias experiencias documentadas por la UADY (2015) y Román y Pinzón (2012) muestran cómo incorporar a las comunidades en la concepción de sus viviendas permite soluciones más adecuadas, sostenibles y culturalmente pertinentes. Esto incluye desde talleres de diseño colaborativo hasta sistemas de financiamiento autogestionado.
Otro campo de aplicación es la educación, tanto la formación técnica en arquitectura como la educación básica pueden integrar contenidos sobre la vivienda tradicional maya como forma de revalorizar los saberes locales, fomentar el arraigo territorial y promover prácticas sustentables desde edades tempranas. Esto promueve una educación más inclusiva y coherente con la diversidad cultural.
En el plano de políticas públicas, se abren oportunidades para reformular los programas de vivienda social, incorporando principios del hábitat vernáculo: flexibilidad espacial, autoconstrucción asistida, uso de materiales locales, y respeto a la cultura comunitaria. Algunas iniciativas en Chiapas, Campeche y Yucatán han comenzado a explorar estas posibilidades, aunque todavía de manera incipiente.
Finalmente, en el campo de la conservación patrimonial, se hace necesaria una visión viva y activa del patrimonio habitacional. No se trata solo de preservar estructuras antiguas, sino de acompañar los procesos vivos de habitar, apoyar las formas de construcción tradicional y evitar la folklorización o la museificación de la cultura maya.
Así, la vivienda tradicional maya se proyecta como una fuente de conocimiento no solo para entender el pasado, sino para diseñar futuros más justos, resilientes y en armonía con el entorno. Este enfoque integral y aplicado constituye la base teórica para una arquitectura del cuidado, el territorio y la vida.
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