Discapacidad y sociedad
Reflexión sobre cómo el diseño arquitectónico puede transformar la inclusión de las personas con discapacidad, integrando dimensiones sociales, culturales y simbólicas.
Benjamín Rojas
7/19/20244 min read


Este ensayo sigue un orden específico: analiza conceptos relacionados con la discapacidad desde la perspectiva del diseño biofílico, con el objetivo de contextualizar la reflexión y examinar las contribuciones de los movimientos sociales, así como su impacto, limitaciones y posibilidades en un proyecto arquitectónico.
Las preguntas que guían esta reflexión son: ¿Los proyectos arquitectónicos actuales transforman el marco desde el cual deberíamos replantear las ideas de política, práctica y ejecución de la arquitectura? ¿Cuál es su contribución al contexto social de la discapacidad?
Como se menciona en el párrafo anterior, comenzaremos analizando el concepto de normalización, el cual ha influido notablemente en diversos servicios. Sin embargo, en la última década se ha cuestionado su alcance para garantizar los derechos fundamentales de las personas con discapacidad en su vida cotidiana.
En segundo lugar, como ocurre con todas las teorías sociales, existen implicaciones políticas. El problema radica en que muchas estrategias políticas suelen ser opresivas para todos, excepto para la clase dominante, sin considerar adecuadamente las limitaciones materiales que enfrentan las personas con discapacidad.
Como afirma Oliver (1994) “Las estructuras sociales desiguales no se pueden explicar solo haciendo referencia a las funciones sociales valoradas o devaluadas, así como la normalización tampoco puede servir nunca para transformar la vida de las personas”.
La verdadera transformación se produce mediante ideas sensibles al entorno, que consideren al mismo tiempo las prácticas culturales, políticas y económicas.
En tercer lugar, es fundamental comprender que la vida social está compuesta por una compleja selección de prácticas sociales, cada una integrada por acciones lingüísticas, fisiológicas y fenómenos como la tecnología y el entorno físico-natural.
Una de estas prácticas es la exclusión o marginación de las personas con discapacidad, tanto en la esfera económica como en la cultura. Esta situación se deriva en gran medida de los estereotipos y la falta de conocimiento sobre sus identidades y capacidades, es decir, de la ausencia de educación e información adecuada.
Todo sistema sociocultural, para mantenerse, requiere dos elementos fundamentales:
El mantenimiento de la cooperación: a través de procesos sociales que integren de forma positiva a las personas.
La satisfacción de necesidades sociales y culturales: mediante instituciones y grupos que respondan a las demandas familiares, educativas, económicas, políticas, religiosas y recreativas.
A partir de este análisis sobre las barreras arquitectónicas, se observa un esfuerzo hacia la integración social de las personas con discapacidad. Aquí, el término integración se entiende como sinónimo de cohesión, solidaridad, equilibrio y adaptación. Implica estructura y funcionalidad dentro de un proceso tanto social como cultural.
La integración social no anula las diferencias, sino que las coordina, canaliza y resignifica. En este sentido, se concibe como un proceso recíproco: ambas partes —la sociedad y la persona con discapacidad— se transforman mutuamente. Frente a este concepto, se encuentra la marginación, entendida como la exclusión sistemática de individuos considerados “anormales” o “inadaptados”, cuya presencia se percibe como una amenaza al orden social.
Para que la integración sea efectiva, se requiere un cambio profundo en las estructuras sociales. Este cambio debe darse en distintos niveles:
Integración primaria: Facilitar la presencia física de las personas con discapacidad en espacios como escuelas, universidades, calles, lugares recreativos, etc.
Integración funcional: Asegurar que su presencia sea activa y significativa, con roles definidos en cada espacio.
Integración social: Incluirlas en redes de interacción, promoviendo relaciones de reciprocidad, pertenencia e interdependencia.
Ante estas necesidades, se han impulsado cambios normativos que buscan garantizar condiciones de vida dignas y equitativas para todos. Estas mejoras pretenden crear, apoyar y defender roles sociales valorados para personas en riesgo de exclusión.
En este contexto, los movimientos sociales en favor de la autonomía, la independencia y la participación han sido clave para definir el grado de integración deseado. Uno de sus principales logros ha sido la eliminación de barreras físicas y sociales, promoviendo la igualdad de oportunidades y el acceso a herramientas tecnológicas que faciliten su inclusión.
En este sentido, se entiende por barrera arquitectónica cualquier obstáculo que limite la libertad de movimiento de una persona. Estas barreras se dividen en dos grandes grupos:
Accesibilidad: incluye obstáculos en el espacio público, como aceras inadecuadas, desniveles, parques sin accesos, y elementos constructivos dentro de los edificios, como escalones, puertas estrechas o baños inaccesibles.
Desplazamiento: comprende dificultades en el transporte público o privado, como la inaccesibilidad de vehículos o la ausencia de espacios adecuados para estacionamiento.
Las personas con discapacidad motriz enfrentan diversas dificultades, entre las que destacan:
Dificultades de maniobra: que limitan el acceso y desplazamiento dentro de los espacios.
Dificultades para salvar desniveles: al enfrentarse a obstáculos verticales.
Dificultades de alcance: al intentar acceder a objetos fuera de su rango.
Dificultades de control: cuando se requieren movimientos precisos que comprometen el equilibrio o la manipulación.
Para concluir, planteo el siguiente cuestionamiento:
¿Cómo contribuyen estas pequeñas libertades a la vida de los usuarios?
Esta pregunta nos invita a repensar nuestra interpretación de los usuarios en los proyectos arquitectónicos. Nos obliga a integrar elementos que frecuentemente pasamos por alto —políticos, sociales y culturales— y a considerar cómo la experiencia de las personas con discapacidad se ve modificada por el entorno construido.
También nos impulsa a reflexionar sobre sus limitaciones y posibilidades, y a partir de ello, realizar un análisis crítico que nos permita proyectar espacios verdaderamente inclusivos, donde todos los individuos puedan sentirse representados y partícipes del diseño arquitectónico.
UBICACIÓN
León - Cuernavaca - Mérida
CONTACTO
HORARIO
Lunes - Viernes
9:00 - 17:00
Diseñado por Ombligo