Cosmovisión maya y simbolismo del habitar

La vivienda maya tradicional es una representación del cosmos: cada elemento, desde el fogón hasta la orientación, responde a una lógica espiritual y simbólica. Esta visión invita a una arquitectura consciente, ética y profundamente enraizada en la cultura.

Benjamín Rojas

7/18/20252 min read

La cosmovisión maya constituye el fundamento espiritual, filosófico y práctico sobre el cual se construyen los espacios habitacionales, así como el conjunto del orden social y ecológico. En este sentido, la vivienda tradicional no es simplemente una respuesta funcional a necesidades de resguardo, sino un dispositivo complejo de mediación entre el ser humano, la naturaleza y las fuerzas sagradas del universo.

Sánchez Suárez y García Quintanilla (2017) plantean que el término "Xa’anil naj", traducido como “la gran casa”, no se refiere únicamente a la estructura construida, sino al conjunto del solar como unidad de vida, producción, parentesco y espiritualidad. La orientación de la vivienda, la ubicación del fogón, la disposición de los espacios productivos y rituales responden a una lógica simbólica en la que se articula el calendario agrícola, las estaciones del año, los puntos cardinales y los ciclos de vida y muerte.

La vivienda es entonces una micro representación del universo: el techo a dos aguas simboliza el cielo y las fuerzas superiores; el piso de tierra representa el inframundo; el fogón de tres piedras alude al centro cósmico y a la tríada de dioses tutelares. En este sentido, el acto de construir una casa implica reproducir el orden del cosmos, garantizar el equilibrio espiritual y establecer una relación de respeto y reciprocidad con la tierra.

Gilabert Sansalvador (2020) destaca que la vivienda maya funciona como un texto cultural codificado, en el que se inscriben narrativas míticas, genealogías familiares y principios de reciprocidad comunitaria. La casa no es un objeto inerte, sino un ser viviente, dotado de alma y memoria, que participa activamente en la reproducción de la cultura y en la protección de sus habitantes.

Este enfoque simbólico tiene implicaciones profundas para la práctica arquitectónica contemporánea, ya que invita a pensar el diseño no sólo desde criterios de eficiencia, sino desde una ética del cuidado, la conexión y la espiritualidad del espacio. Al comprender la casa como un nodo de relaciones cósmicas, se abre la posibilidad de construir una arquitectura situada, sensible y con sentido, en contraposición al paradigma funcionalista y tecnocrático que domina gran parte del urbanismo actual.

Así, el estudio de la cosmovisión maya aplicada a la vivienda permite recuperar los modos esenciales de existencia de las cosas en relación del habitar, donde cada elemento (material o inmaterial) participa en la construcción de un mundo compartido entre humanos, plantas, animales, ancestros y deidades. Esta perspectiva es esencial para comprender la profundidad cultural de la vivienda tradicional y para diseñar espacios que no sean meramente habitables, sino vivibles en su sentido más pleno.