"Construir, habitar, pensar" de Martin Heidegger

Existe una relación inseparable de las construcciones como espacios generados para el Habitar y de los efectos que estos espacios producidos en las construcciones ocasionan en el desarrollo del ser de sus moradores.

Benjamín Rojas

7/26/20243 min read

Según el Diccionario de la Real Academia Española, en su vigésima segunda edición, se define:

  • Construir: Fabricar, edificar, hacer de nueva planta una obra de arquitectura o ingeniería, un monumento o, en general, cualquier obra pública.

  • Habitar: Vivir, morar. Residir habitualmente en un lugar.

  • Pensar: Imaginar, considerar o discurrir. Reflexionar, examinar con cuidado algo para formar dictamen.

En una conferencia, Martín Heidegger reflexiona sobre el término construir, entendiendo esta acción no solo como edificar o levantar espacios, sino como un acto más profundo: construir es cuidar, comprender la esencia de las cosas. Para Heidegger, el verdadero propósito de construir es habitar.

Señala que toda construcción —sea abierta o cerrada— implica la posibilidad de convertirse en una morada, pero esto no garantiza que constituya un espacio auténticamente habitable.

Con habitar, Heidegger no se refiere simplemente a residir en un lugar, sino a que en dicho espacio el ser humano —el mortal, como él lo llama— desarrolla su ser. Por ello, reitera que construir es, esencialmente, habitar.

Para lograrlo, es necesario pensar el habitar en el acto mismo de construir. No se trata únicamente de responder a las necesidades físicas del habitante, sino de considerar también los aspectos psicológicos y afectivos que forman parte de su existencia. El ser humano no es solo materia; es emoción, memoria, espíritu. Así, el grado de habitabilidad influye directamente en el desarrollo del ser.

Con este fundamento, Heidegger propone que debemos cuidar nuestro crecimiento a partir de los espacios arquitectónicos. Construimos en la medida en que habitamos.

“La importancia decisiva que tiene el habitar está, tanto en la propia constitución de la condición humana, como en el hecho de radicar precisamente en el ejercicio y devenir de los modos de habitar una dimensión insoslayable de nuestra identidad personal y cultural. Asimismo, es en la calificación y distribución de los medios que organizan el habitar donde se manifiestan y concretan cruda e inexcusablemente las prioridades y valores, los logros y anhelos y, particularmente, las insuficiencias e injusticias, las marginaciones y las exclusiones que caracterizan a la configuración de nuestra sociedad.”
Roberto Doberti 
[1].

En esta cita, Doberti también destaca la importancia del espacio como parte fundamental del habitar. La arquitectura y el diseño influyen directamente en las formas y cualidades del habitar, impactando positiva o negativamente el contexto social. Doberti cuestiona por qué ninguna disciplina dedicada al habitar ha desarrollado una teoría al respecto, y por qué este tema ha sido relegado a la historia, y no abordado por la filosofía ni por las ciencias.

Para Heidegger, el habitar es una manifestación de cómo los mortales somos en la Tierra, y en este proceso cuidamos lo que él denomina la Cuaternidad: tierra, cielo, lo divino y los mortales.

Habitamos en la medida en que:

  • Salvamos la tierra

  • Recibimos el cielo como cielo

  • Esperamos a los divinos

  • Conducimos nuestra esencia como mortales

Los mortales habitamos las cosas y los espacios que construimos. En este habitar preservamos la Cuaternidad, y mediante ello construimos también nuestro ser. Las cosas, al ubicarse en el espacio, se definen a través de sus límites, pero también se relacionan con otras cosas. Es en esta interrelación donde adquieren su esencia.

Esta relación entre las cosas influye directamente en la esencia del espacio, y por ende, en el habitar. El ser humano debe construir estos espacios con conciencia.

La relación entre el hombre y el espacio es el habitar. Es en los lugares, a través de los espacios, donde se manifiesta el habitar. A estos lugares les llamamos construcciones. Por tanto, existe una relación inseparable entre las construcciones como espacios generados para el habitar, y los efectos que estos espacios tienen en el desarrollo del ser de sus moradores.

Heidegger propone que los arquitectos debemos dar esencia a los espacios para mejorar el habitar. Volviendo a la Cuaternidad, construir espacios habitables es una forma de preservar sus elementos. Cuidar la Cuaternidad es la esencia misma del habitar. Por ello, afirma:

“El habitar es el rasgo fundamental del ser. Y el habitar recibe su esencia del construir.”

Heidegger también advierte que hemos perdido la esencia del habitar, así como hemos permitido que el lenguaje nos domine. Señala:

“El lenguaje le retira al hombre, lo que el hombre le retira al lenguaje.”

La verdadera problemática que deben atender tanto los arquitectos como el Estado no es únicamente la escasez de vivienda, sino la dignificación del habitante, mediante espacios con alta calidad de habitabilidad. Para lograrlo, debemos abordar la raíz del problema: aprehender a habitar.

Es imprescindible comprender que pensar, construir y habitar no son procesos separados, sino partes de un todo interdependiente.

Nuestra tarea como arquitectos —y como constructores de nuestro propio ser— es:

  • Aprehender a habitar

  • Captar la esencia de nuestro habitar: ¿cómo y para qué nos estamos construyendo?

  • Pensar en nuestro habitar y en nuestro ser

  • Construir pensando en el habitar

“Solo si somos capaces de habitar, podemos construir.”
— Martín Heidegger

[1] Doberti, Roberto. Teoría del habitar. Las bases conceptuales del proyecto. FADU-UBA, Buenos Aires, 2000, p. 80.