Christopher Alexander
Una mirada al pensamiento de Christopher Alexander y su propuesta del lenguaje de patrones como alternativa a la arquitectura moderna, centrada en la vida real, la cultura y la participación del usuario.
Benjamín Rojas
9/20/20244 min read


Christopher Alexander define que la arquitectura moderna se caracteriza por ser estrecha e inhumana, y, sobre todo, pasajera dentro de la historia del ser humano.
Señala que los edificios actuales forman parte de una moda surgida en las décadas de 1920 y 1930, basada en el uso de acero, vidrio y líneas rectas: en otras palabras, estructuras estandarizadas con forma de cajas en distintos tamaños. Lamentablemente, muchas personas, por querer parecer refinadas, ocultan su desagrado hacia este tipo de arquitectura. Así, estas construcciones contribuyen al deterioro progresivo del entorno urbano.
Alexander es partidario de una arquitectura personalizada, construida a partir de una relación real entre el usuario y el arquitecto. Afirma que cada generación de arquitectos ha intentado corregir los errores de la anterior, pero el resultado ha sido una práctica en la que un solo individuo diseña hasta el último detalle del edificio, sin interacción significativa con el usuario.
Para él, los “edificios humanos” son aquellos que están bajo el control directo del usuario, están integrados a su vida social y han sido diseñados por arquitectos, pero en diálogo con quienes los habitarán. Las personas modifican gradualmente su hábitat porque necesitan diferenciarse de los demás, lo que genera un flujo constante de inversión en la vivienda.
Critica también que el arquitecto, una vez terminada la construcción, se deslinda de responsabilidades argumentando que tendría que conocer profundamente la vida del usuario para entender sus necesidades. Alexander, en cambio, plantea que el arquitecto no debe interpretar en solitario la vida de las personas, sino que son los propios usuarios quienes deben comprender y comunicar su forma de vivir, y el arquitecto debe asumir la responsabilidad de materializarla.
Asimismo, introduce el concepto de “pattern languages” (lenguajes de patrones): conjuntos de reglas tradicionales que las personas han desarrollado a lo largo del tiempo a partir de su cultura. Estas reglas permiten recuperar el control sobre los edificios, apropiarse del hábitat, satisfacer necesidades vitales y, en última instancia, reconocerlo como su espacio. Esto explica la urgencia con la que muchos habitantes transforman sus viviendas una vez que las habitan.
Cuando el usuario participa, el edificio puede adaptarse con mayor facilidad a distintos usos y propósitos. La arquitectura moderna, sin embargo, se ha desvinculado de las necesidades del usuario, ya que muchos arquitectos no son conscientes de la complejidad de la vida humana que se desarrolla en el espacio habitado. El ser humano es un ente cambiante, social y diverso, y sus necesidades se transforman constantemente, lo que explica la aparición de construcciones híbridas, como sucede en numerosas unidades habitacionales.
Los patrones culturales se hacen evidentes en estas transformaciones, generalmente expresados a través de elementos característicos de la región o por afinidades con otros contextos similares. Estas expresiones forman parte de una lógica simbólica de adaptación y apropiación del espacio.
Lenguaje de patrones: dos ejes fundamentales
La propuesta de Alexander se articula en torno a dos ejes:
La cualidad sin nombre: se refiere a aquellos momentos o situaciones en los que nos sentimos más vivos. Esta cualidad es objetiva, precisa, y se manifiesta cuando distintas personas, a través de sus acciones cotidianas, utilizan el espacio de forma armónica. Es en este entorno donde la vida cotidiana se desarrolla con plenitud. Esta cualidad se manifiesta en el carácter de los edificios y las ciudades, el cual se deriva directamente de los acontecimientos que ocurren en ellos; a estos se les denomina patrones.
El modo intemporal: es aquel en el que el orden espacial de la ciudad o del edificio surge de manera orgánica desde la naturaleza interna de las personas, los animales, las plantas, etc.. Este modo se basa en la tradición, y no requiere necesariamente de arquitectos para crear lugares bellos, pues el proceso mismo surge de la vida.
Tipos de patrones
Alexander distingue entre dos tipos de patrones:
Patrones de acontecimientos: corresponden a actividades de la vida cotidiana que se repiten con variaciones según el contexto cultural. Están anclados al espacio en el que ocurren y son influenciados por factores naturales, sociales y personales. Cada barrio se caracteriza por sus patrones culturales predominantes.
Patrones de espacio: son las características físicas y morfológicas comunes de los lugares donde ocurren determinados acontecimientos. Estos patrones definen un conjunto de relaciones espaciales complejas que permiten el desarrollo adecuado de las actividades humanas.
Aunque los patrones tienden a repetirse, cada manifestación es única. El lenguaje de patrones funciona como una estructura articulada, donde los patrones se relacionan entre sí para formar un todo coherente.
Alexander define este lenguaje como un sistema de reglas accesible para cualquier persona, que permite generar una gran variedad de edificaciones, todas distintas pero coherentes con la vida real. Los patrones deben ser comunicables, sencillos y eficientes, expresados a través de palabras, diagramas y dibujos. Cada patrón es una regla que establece una relación clara entre el contexto, el problema y la solución.
Para hacer explícito un patrón, es necesario definir:
Su morfología
Su propósito funcional
Su contexto social y espacial
Los patrones operan en distintas escalas:
Los más grandes abordan cuestiones regionales o urbanas.
Los intermedios se refieren a la forma y funcionalidad de los edificios.
Los más pequeños tratan aspectos constructivos, materiales y decorativos.
Ejemplos de patrones
Mosaico de subculturas: su contexto es cualquier área urbana, y su solución es la subdivisión del espacio en agrupaciones distintas, que proporcionan a las personas una unidad de pertenencia reconocible.
Transición en la entrada: su contexto es cualquier vivienda, y su solución es el diseño de un espacio de transición entre la calle y el interior del hogar, el cual facilita un cambio de actitud entre lo público y lo privado.
Cultura y resignificación
Podemos observar en nuestras ciudades que las formas de resignificación cultural se manifiestan en nuevos espacios sociales, es decir, en patrones que surgen como lugares de cruce cultural, donde se despliega la vida cotidiana.
La cultura puede imponer condicionantes al proceso histórico de una ciudad, pero estos son constantemente reformulados mediante la práctica material. De este modo, la historia, bajo la forma de sociedad, se convierte en la realización de los recursos reales que el pueblo pone en juego al personalizar su vivienda.
En este entramado de relaciones, representado por la ciudad, emergen nuevos elementos culturales que dotan de identidad particular a cada barrio. Las personas adaptan, reinterpretan y transforman los conocimientos y experiencias —sus patrones culturales— en función de su contexto urbano, dando lugar a formas de habitar únicas y significativas.
UBICACIÓN
León - Cuernavaca - Mérida
CONTACTO
HORARIO
Lunes - Viernes
9:00 - 17:00
Diseñado por Ombligo