Apropiación
Reflexión sobre la apropiación del espacio como proceso que vincula identidad, participación y transformación del entorno, fortaleciendo el sentido de pertenencia y la vida comunitaria.
Benjamín Rojas
9/6/20243 min read


La apropiación del espacio es un proceso psicológico y social que implica tanto acciones físicas como construcciones simbólicas realizadas por los sujetos en un lugar determinado. El individuo se apropia del espacio al transformarlo —física y/o simbólicamente— e incorporar en su identidad personal una serie de cogniciones, afectos, sentimientos o actitudes vinculadas a ese entorno. Estos elementos resultan fundamentales para la definición del sujeto (Proshansky, 1976).
Este proceso se construye en la interacción con los miembros del grupo social al que se pertenece, se aprende en el entorno familiar —especialmente de los padres— y, con el tiempo, de las estructuras sociales en general, siempre enmarcado por la cultura. Todo ello configura una forma de vida y una guía de acción, que orienta las decisiones individuales y colectivas, como pueden ser emigrar, retornar o permanecer en el lugar de origen.
Pol (1996; 2002) explica este fenómeno mediante el modelo dual de apropiación del espacio, que incluye dos mecanismos fundamentales:
Acción-transformación: proceso mediante el cual los sujetos o colectivos dotan de significado a su entorno a través de las acciones que emprenden para modificarlo física o funcionalmente.
Identificación simbólica: proceso en el que los sujetos integran características del espacio en su identidad, tanto individual como colectiva, a través de una dinámica de autocategorización.
La incorporación de acciones que fomenten la identificación de los habitantes con sus entornos construidos no solo favorece el uso sostenible del espacio y el cuidado de las infraestructuras comunitarias, sino que también refuerza la identidad cultural con el contexto.
En este sentido, dos elementos clave para promover la apropiación espacial en la vivienda son:
La participación de los habitantes, que permite la coordinación de acciones orientadas a la transformación del entorno.
La comunicación de contenidos históricos, que contribuye a dotar de significado simbólico y cultural a la relación de las personas con su espacio, fortaleciendo así su identificación con él.
La apropiación espacial no solo tiene implicaciones en la dimensión emocional o simbólica del habitar, sino que también se traduce en formas concretas de uso, cuidado y transformación del entorno construido. Cuando las personas se sienten identificadas con un lugar, lo adaptan a sus necesidades, lo mantienen, lo defienden y, muchas veces, lo reconfiguran. Este sentido de pertenencia genera arraigo y fortalece la cohesión social.
En contextos de vivienda popular o autoproducción, este fenómeno adquiere una relevancia aún mayor. Las modificaciones que los habitantes realizan —desde la ampliación de espacios hasta la personalización de fachadas y patios— son expresiones tangibles de apropiación, que revelan tanto necesidades funcionales como aspiraciones culturales. Estos actos de transformación también pueden leerse como manifestaciones de resistencia frente a modelos habitacionales impuestos que no consideran las dinámicas reales de la vida cotidiana.
Desde la arquitectura y el diseño participativo, comprender la apropiación del espacio implica reconocer que el usuario no es un sujeto pasivo, sino un actor activo en la producción del hábitat. Por tanto, los procesos de diseño deben abrirse a la escucha, la colaboración y el respeto por los saberes locales. Incluir a los habitantes en las decisiones proyectuales no solo mejora la funcionalidad de los espacios, sino que fortalece la identidad, la apropiación y la sostenibilidad de los mismos.
Finalmente, la apropiación del espacio se relaciona estrechamente con el derecho a la ciudad: el derecho de todos los ciudadanos a participar activamente en la construcción del entorno urbano, a resignificar los espacios y a ser parte de la configuración simbólica y material del lugar que habitan.
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